Para el estudio de la economía de Argentina en el siglo XIX hay
que tener en cuenta una serie de elementos y características que la definen e
identifican respecto a la de otros lugares de América Latina, y que es
necesaria para comprender el devenir histórico del estado argentino en sus
primeros momentos.
Por un lado hay que tener en cuenta las características
geográficas que conforman el medio argentino: un territorio inmenso, muy poco
poblado (por ejemplo, en las zonas rurales de la provincia de Buenos Aires en 1869 la densidad de población rondaría en
habitante por cada 100 hectáreas) en gran
medida caracterizado por el aislamiento, debido al escaso desarrollo de los
medios de transporte y por la presencia de pueblos nativos. Por otro lado, la inestabilidad política y la falta de un
verdadero poder centralizado durante los años posteriores a la independencia,
lo que hace que no podamos hablar de la existencia de una economía nacional
integrada.
Debido a ello la economía argentina, en la primera mitad del siglo
XIX fue, a grandes rasgos, en gran medida semejante a la que vemos durante el
periodo colonial. Hay dos elementos fundamentales en la actividad económica del Río de la Plata,
si analizamos el periodo comprendido entre fines del siglo XVIII y principios
del XIX, que son el papel del puerto de Buenos Aires como puerta de entrada a
la actividad comercial exterior; y el papel fundamental de la ganadería en el
conjunto productivo. Si analizamos el comercio exterior del Río de la Plata
asistimos al hecho de que la exportación de cueros es fundamental, producto que
se complementó junto con otros productos ganaderos como la lana y el tasajo
(carne salada).
Para comprender la importancia y el desarrollo que alcanzó la
ganadería en estos territorios, hay que considerar algunos factores
fundamentales, como la poca de mano de obra necesaria para garantizar la
producción, el aumento de la demanda en el contexto mundial, la baja capacidad
tecnológica requerida., medidas liberalizadoras en el comercio...
Es significativo el uso al que se destinaba la producción
ganadera. En primer lugar, el cuero, destinado a la exportación principalmente,
y la carne y el sebo más destinados a consumo local. Estaríamos por lo tanto en la dicotomía entre la economía externa y la economía
interna, lo que es todavía un asunto oscuro para los historiadores.
El desarrollo de la ganadería había producido, ya en la época del
Virreinato, la necesidad de nuevas tierras, en un proceso de consolidación del
ganado estacionado frente al ganado cimarrón, y de los derechos de propiedad
privada de la tierra. De ahí se explica la expansión territorial llevada a cabo
de forma ininterrumpida a lo largo del siglo XIX. Un hito de este proceso es la
conquista del desierto, llevada a cabo por Julio Argentino Roca a partir
de 1879, en la cual se derrotó a los pueblos nativos de las Pampas y la
Patagonia. Por otro lado, no se puede entender sólo esta expansión territorial como un
simple conjunto de acciones militares contra los pueblos nativos, existiendo en
ocasiones políticas de alianza y reciprocidad entre los diferentes actores del
proceso en un plano local, y que, por tanto, son fundamentales para comprender
de forma correcta este proceso de expansión, y, por tanto, las implicaciones de
índole económico que tuvo en el conjunto del país.
Por otro lado asistimos a la concentración de la propiedad de la
tierra en unas pocas manos. Un hito en este proceso es la ley de Enfiteusis de
1826, por la
cual se ceden en régimen de arrendamiento grandes cantidades de tierra que van
a parar a unas pocas familias. Esta característica se perpetuará a lo largo del
tiempo y será una característica fundamental de la estructura económica del
estado argentino. Por ejemplo, en 1937 (es decir, más de un siglo después del
proceso de independencia) solo el 1% de
población activa controlaba el 70% de la tierra. Esta
situación era común a otros países de América Latina. El
reforzamiento de la propiedad de la tierra significó la represión de la
actividad de gauchos y llaneros.
De esta manera, podemos comprobar, a grandes rasgos, la estructura
económica del estado argentino durante el siglo XIX junto con sus
características propias más importantes. Sin embargo, es necesario para tener
una imagen global del sistema productivo argentino tener en cuenta, no solo las
grandes explotaciones destinadas a la exportación, sino también el plano más
local de la economía, es decir, la producción destinada al consumo interno, y
que solía escapar a los grandes circuitos de la economía monetaria. En este
sentido el conocimiento de los historiadores en este aspecto es claramente
deficitario, ya que no se conoce en gran medida los mecanismos, las dinámicas y
la evolución de estos mercados. En el caso de Argentina tenemos la importancia
de la ganadería y de la producción de cuero, destinada básicamente a la
exportación. Sin embargo, y como ya se ha dicho antes, la carne se destinaba al
consumo interno, y no a la exportación. Sólo posteriormente, con los grandes
avances técnicos y con la creación de las cámaras frigoríficas, esa producción
empiece a destinarse al comercio exterior.
Para conocer esta producción destinada al consumo interno habría
que tener en cuenta también otros sectores de menor importancia dentro del
conjunto de la economía argentina, pero fundamentales en un plano más local,
como podría ser la agricultura o la pesca, y por tanto, importantes para
garantizar el sustento de la población.
Por tanto, es fundamental saber diferenciar entre ambas esferas de
la producción económica y no simplificarla reduciéndola a una de las dos
esferas, teniendo en cuenta que ambas fueron fundamentales para el desarrollo
económico del país. Además, no hay que olvidar las dinámicas económicas
locales, no ya de cada país, sino de cada región; en efecto, el desarrollo
económico de las distintas regiones tuvo distintos ritmos, funciones o
características. Por
ejemplo, en la primera mitad del siglo XIX vemos cómo algunas provincias, como
Buenos Aires, Corrientes y Entre Ríos crecían económicamente, mientras otras,
como Santa Fe, permanecían estancadas. De esta
manera podemos ver las diferencias interprovinciales respecto al desarrollo de
los diferentes sectores económicos; mientras que hay provincias en las que la
producción ganadera tiene una importancia fundamental, en otras provincias la
economía estaba más diversificada. Un ejemplo de ello es la provincia de
Corrientes. Diferencias también vemos en las redes
comerciales que se desarrollaron en las diferentes provincias. Por ejemplo, y
esto es significativo, algunas zonas del norte, como Cuyo, Salta y Jujuy,
tuvieron un comercio activo con zonas de Chile y Bolivia. Estas
diferencias regionales quedan patentes en la gran distancia entre el desarrollo de la provincia de Buenos
Aires y el resto. No es
nuestro objetivo establecer las causas ni establecer un estudio pormenorizado
de las diferencias locales, pero es importante a la hora de hacerse una idea
global de la economía argentina en, al menos, el primer siglo de existencia del
estado argentino.
En conclusión, podemos decir que el estado de la cuestión
está todavía muy abierto, a pesar de los numerosos trabajos que se han
realizado sobre la economía argentina en ese momento. Sin embargo son
necesarios estudios en un plano más local, atendiendo a las diferentes factores
políticos y socioeconómicos (pues no se puede entender la economía fuera del
contexto social y político), pues de esa manera será posible un mejor
conocimiento de la economía, tanto en un plano más regional
o local como en el conjunto del país. De esa manera se comprenderá mejor
el proceso de transformación que se dio en las redes comerciales americanas
producto de la independencia de las colonias. En este proceso las rutas y
ramificaciones del antiguo comercio colonial van a desaparecer, sustituidos por
otras nuevas que englobarán un territorio más limitado, dando lugar a un
mercado interno que acabará perfilando un carácter más nacional.
Bibliografía:
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